La mayoría de las lesiones mamarias de interés crean nuevos vasos y por tanto reciben más contraste. Podemos valorar las lesiones no solo por su aspecto sino también por su comportamiento, aporta nueva información. Por ello se pueden detectar alteraciones que no son visibles en la mamografía convencional o en la tomosíntesis.
Cómo se realiza una mamografía con contrate
El procedimiento se inicia con la
administración de contraste yodado por vía intravenosa. Tras esperar unos minutos para que el contraste alcance una concentración óptima en el parénquima mamario, se inicia la adquisición de las imágenes.
La colocación de la mama y la compresión es similar a la realizada en la mamografía estándar. La duración también es parecida, aproximadamente en 10 minutos se adquieren todas las imágenes necesarias.
Las pacientes no notan diferencia con su examen mamográfico habitual, salvo por la necesidad de utilizar una vía intravenosa. Durante la compresión, el mamógrafo adquiere dos imágenes en lugar de la imagen única habitual. Una de estas imágenes es similar al a mamografía convencional, por lo que seguimos obteniendo esta información tan importante. Pero además se genera otra imagen en la que destacan las lesiones que captan contraste. En esta imagen, el tejido mamario normal apenas se visualiza o aparece como un fondo de menor intensidad, por lo que no oculta la lesión como puede suceder en algunas ocasiones en la mamografía convencional.
Es una
técnica emergente que ha demostrado utilidad en una variedad de indicaciones incluyendo el estudio de extensión de la enfermedad en el cáncer de mama recién diagnosticado, la respuesta a la quimioterapia neoadyuvante, o la evaluación de hallazgos no concluyentes en ecografía y mamografía. Actualmente se considera una alternativa a la resonancia magnética (RM) cuando la RM está contraindicada o no está disponible.
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